PRIMEROS AÑOS
En los primeros años de noviembre de 1877, luego de una agotadora jornada, llegaba a casa de don Simón Riquelme, en Chillan, la comitiva del Intendente de Concepción don Ambrosio O´Higgins en su viaje por la zona.
Ambrosio O´Higgins, irlandés, nacido en Ballenary (Vallenar en Chile), llegó a Chile contratado como "capitán delineador" y como tal trabajó la ruta Santiago - Mendoza y también junto con otro irlandés, Garland, trazó las cuadras de la ciudad de Concepción, luego de que ños vecinos decidieran refundarla en el valle de la Mocha, en reemplazo de la arrasada por el terremoto y maremoto.
Otros servicios militares prestados a la Corona le valieron a Ambrosio O´Higgins el reconocimiento de las autoridades españolas y he aquí que como intendente y coronel de los Reales Ejércitos de Su Majestad se aprestaba ahora a descansar en casa de su amigo Simón Riquelme.
La hija del dueño de casa, Isabel, pese a la diferencia de edad con el militar, creía que muy pronto se casaría con don Ambrosio. Pero no fue así. Una ordenanza de la Corona prohibía a las autoridades españolas contraer matrimonio sin orden expresa del Rey. No obstante, de la relación nacía el 20 de agosto de 1778, Bernardo.
Este niño fruto de una relación no conocida por el Rey, no era conveniente para Ambrosio O´Higgins. Lo mantuvo entonces lejos de él, en casa del abuelo materno. Se preocup`´o si de la educación del niño.
A poco de cumplir los cuatro años, envió a un oficial de dragones con el encargo de trasladar a su hijo al seno de una familia que merecía toda su confianza: la csas de don Juan Albano Pereira, comerciante y agricultor de la zona del Maule. De nada sirvieron los ruegos de la madre y del abuelo del niño. Fue conducido entonces a su nuevo hogar en Talca.
Sus primeros estudios los efectuó bajo la tutela del fraile Francisco Javier Ramirez, en Talca, y posteriormente en la Universidad de San Marcos, en Lima, donde permaneció por cuatro años.
El joven Bernardo en europa.
Cuando don Ambrosio O´Higgins fue nombrado Gobernador de Chile decidió alejar aún más a su hijo y lo envió a Inglaterra. Muchas fuerón las penurias que pasó allí Bernardo. Tenía éste apenas 14 años.
Basta señalar que de la mesada que regularmente le enviaba su padre, sólo recibía una pequeña parte. La familia que lo cobijaba en Londres, los relojeros Spencer y Perkins, se quedaba con el resto. Estos lo inscribieron en una Academia en Richmoon y cuando Bernardo exigió su mesada, lo expulsaron de la casa. Solo, sin dinero, poco era lo que podía hacer en Londres.
Solamente la amistad de una jovencita londinense, Carlota Eels, fue el consuelo de Bernardo en Inglaterra. A ésta, hija de un vecino donde se hospedaba, nunca la olvidó. Otro motivo de satisfacción fue la amistad que mantuvoo con su profesor de matemáticas, don Francisco Miranda. Este general venezolano se hace muy amigo de Bernardo y lo inculca de sus ideas emancipadoras. Es decir, de lo conveniente que era para las naciones sudamericanas liberarse del yugo de la Corona.
Pero Bernardo anhelaba ingresar en la Escuela Militar para servir como oficial de los reales ejércitos de Carlos IV. No lo consiguió debido a la ilegitimidad de su nacimiento.
Después de cinco años deja Londres y en 1799 llega al puerto español de Cádiz.
Allí su vida transcurre no mejor que la anterior. Esa ciudad, que por entonces era sede de la Csa de Contratación que regía el monopolio comercial con las colonias, se había convertido en cuartel general de los revolucionarios españoles.
Conoce allí en casa de don Nicolás de la Cruz a los sacerdotes José Cortés y Madariaga, chileno y a don Juan Pablo Fretes (paraguayo). Con ambos canónigos participa en aquellos preámbulos preliminares de la independencia americana.
Desea volver a Chile, pero el bloqueo inglés a España no le permite hacerlo. Se mantiene trabajando como escribiente de Nicolás de la Cruz.
Pese a lo escaso de su capital, consigue adquirir un piano, el que regalará a su madre.
Por fin logra embarcarse para Chile. Pero el infortunio le acecha. La embarcación que lo llevaba a Buenos Aires es apresada por lños ingleses. Conducido en precarias condiciones a Gilbraltar logra escapar y regresa a Cádiz más pobre que antes.
Un día le comunican la noticia de que su padre ha tomado la decisión de repudiarlo, dejándolo abandonado a su suerte. Ya ni siquiera habrá una pensión para él. Le escribe entonces:
"Amado padre mío y mi solo protector: Yo, señor, no sé qué delito haya cometido para semejante castigo, ni sé en qué haya sido ingrato, pues en toda mi vida he procurado con todo ahínco el dar gusto a V. E.., al ver ahora frustrada esta mi sola pretensión, irritado mi padre y protector, confuso he quedado. ¡Una puñalada no fuera tan dolorosa! ¡ No sé cómo no me caí muerto de vergüenza al oír semejantes razones!".
La envidia había hecho de los enemigos del 2Virrey inglés", como le llamaban los españoles que no concebían la autoridad de Ambrosio O´Higgins, llevaron a oídos de las autoridades que el hijo del virrey estaba conspirando con enemigos del Rey.
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